Hay una especie de asalto a la mente, a los brazos y piernas entre las páginas del libro de poemas Los animales invisibles. El poeta Luis Jorge Boone hace su trabajo, no intenta ser un francotirador, mas el espíritu de todo poeta, su lado oscuro, es ser eso. Si hay contradicción en lo que digo, es irrelevante, porque al mencionar las palabras, los diccionarios que son cada uno de los tres capítulos, mueven el sentido de las definiciones.

Boone ha dicho que no existen géneros literarios, existen temperaturas del lenguaje. Así pues, la única fidelidad del libro es ser un animal que utiliza los grados centígrados para narrar dentro de la poesía, para citar a otros autores y tomar la pluma del ensayo más breve que he leído. Toma los pinceles de la tipografía para dar paso a la poesía visual sin pretensión, sencilla y precisa como el pelaje de una bestia salvaje.

Los animales invisibles nos muestran signos, cajas, líneas. Literalmente líneas donde deberían estar situadas las palabras de un poema, mismas que solamente el autor conoce. Entonces uno se detiene ante esos finos pliegues y, trata, trata de adivinar, de entender qué escribió el poeta y qué palabras desaparecería; trata de saber cuántas letras cabrían en cada una de ellas. Y el lector se encuentra, al buscar las posibles palabras del autor, inclinado utilizando un lápiz de futuro ante el libro, escribiendo y borrando sus propias palabras, su propio significado porque esas líneas ya le pertenecen.

Y en aquel momento el lector se conduele porque lo que está ahí, en esas líneas para ser dicho, para ser nombrado, es decir, para ser nombrado desde dentro. Lo ha convertido en un secreto que desearía fuese cierto, porque es algo que añora y, su invisibilidad es para el mundo y nuestros ojos de anhelo, la no realidad de ello que nuestros ojos que sueñan y eso lastima. Ahí la bala del poeta sin falla hacia el lector.

Es indispensable prepararse ante las hojas en blanco, encontraremos un par de ellas a lo largo del libro, y ahí dentro o encima de ellas, aparecerán sensaciones errantes con cuellos tensos y asombrados, veremos caballos. Es necesario tomar medidas ante las páginas que contienen intenciones tipográficas, ante los disparos lúcidos e inteligentes de cuadrados vacíos que, en cierta forma, también son invisibles.

Los tiros desconcertantes del poeta provocan arrancar hojas del libro y pensar que es suficiente, que no comprendes; o pensar de esta otra forma: que es suficiente, que sí comprendes, que todo estaba claro, por supuesto, que todo cobra sentido cuando unimos palabras y espacios y líneas y figuras y, regresas, como quien regresa por las cosas valiosas. Regresas y pides perdón. Regresas y ruegas para entrar a los múltiples cuerpos finos y delgados de la poesía de Luis Jorge Boone.

Encontramos atletas con extremidades semejantes, por su efectividad, a las de los corceles. Extremidades que dejan de correr por alguna lesión. Entonces el poeta no acepta detenerse, aprisiona la velocidad en la tinta, y la librera en cada letra como en la pista de arcilla. Lo encontramos veloz en la pista de sus poemas, respirando, oxigenando los espacios en blanco.

El autor de este libro incontrolable nos deja significados como toxinas que se agolpan en los músculos cuando los corredores se detienen abruptamente. Lo soluciona con estiramientos en los tendones de las palabras, de las cuales el lector se debe proteger; de pronto se convierten en extraños ligamentos que disparan. Intentar esconderse tras la esquina de un edificio para evitarlos puede alargar los segundos sin impacto, mas los animales invisibles, ya iniciaron lo que saben hacer apenas notan un movimiento de la mano que hojea: dar en el blanco.

En este verso podemos ver al autor moviéndose dentro de los poemas: nos vigila. Cito:

Oculto: un sujeto observa las apariciones.

Para él somos el otro, pero también es él mismo, el poeta puede ver al sujeto que nosotros no y nos lo muestra. Nos convertimos en apariciones para los animales invisibles, somos lo contrario después para ellos como para el propio autor en el capítulo titulado “Domésticos”.

Posteriormente, el siguiente poema exhibe una línea atravesada como flecha a la mitad del cuerpo:

“s así de visible la línea que separa

a la plaga

—————de————————

la especie en extinción

¿Qué somos en este libro? ¿Plaga invisible o especie domada? Es aquí donde utilizamos uno de sus versos:

Muletas 

para la imaginación.

Ellas nos ayudan a leer en voz alta muchos poemas de Luis Jorge Boone. No se leen nombrándolos, enunciándolos, no. Se leen levantándose de la silla, moviendo las manos, fabricando con ellas un cuadrado, un vacío; cavando paréntesis en el aire. Líneas y líneas dibujadas con los dedos y luego la palabra dicha o antes o después, el silencio. Los animales invisibles hieren y contaminan, acompañan a los trazos que formarás para hacerse entender en la habitación donde alguien escuche tu lectura.

En el capítulo “Caminata y equitación” la comodidad del cerebro se confunde, por ejemplo, con estos versos:

Narrar no equivale a Avanzar.

y

El poeta insiste, cito: 

Narrar es dejarse vencer.

(he tenido que detenerme para anotarlo)

Moverse es aparecer en el paisaje.

El poeta nos deposita en espacios que, en ese preciso instante en que leemos, nos estimulan para fabricar imágenes: un pedazo húmedo de tierra que liberamos, un vidrio roto en el suelo de cemento pulido, montañas al fondo y una mujer caminando por la carretera, o una línea negra, descarnada, nada más. La imposibilidad de los paisajes no pensados se vuelve una mentira porque todo es posible.

Luego, cuando parece darnos una ruta, un indicio, un significado, niega, nos entrega la duda:

Narrar no es la única dirección:

queda retroceder.

Estrellamos al avanzar a oscuras

hacia dentro.

Claramente estamos por nuestra cuenta en la oscuridad. Y en unos minutos más de lectura, la velocidad de un atleta se desnuda el cuerpo, dentro de su noche, los giros inesperados que somos nosotros, leen:

pero al acelerar, al correr, el oxígeno aumenta y los 

Pensamientos se extinguen, se detienen. ¿Tanto O2 mata la

Narración y desnuda el ritmo?

(Lo lejos que se está del equilibrio.)

Boone continúa, desnuda su deseo y nos da la espalda para que nosotros resolvamos lo que sea necesario:

Sesentainueve de la mente

Un lugar al que tenemos acceso como observantes.

En el último capítulo ,“Ciudades de la llanura”, el más extenso del libro, hay una contención de lo natural en las cajas, tipografías y signos. Hay, sobre todo, habitantes que no han sido invitados, cito:

Hablo de una puerta imposible de cerrar a los fantasmas

Ahora el poema del cual he mencionado de una forma general al inicio y me parece que es el corazón del libro, lo intentaré detallar con palabras: 

El lector se encuentra ante una página y ante nueve líneas y líneas y líneas, dispuestas en toda la hoja, unas de lado izquierdo, otras del lado derecho, otras al centro y, al final de ellas, entre paréntesis se lee el siguiente verso:

(Un fantasma es un recuerdo subrayado)

Cómo se protege un cuerpo ante este poema, dónde acomodamos lo que el anhelo o el horror nos dicta. El insomnio es un animal manso que busca acompañarnos en la lectura mental que hacemos de él al recostarnos en la cama.

Para cerrar, menciono que el poeta, en el siguiente poema, sabe que somos un animal con habilidades para trazar y crear, o animales que observan y comprenden los siguientes versos, cito: 

Fíjese qué dibujos

caballos, flores, mariposas

Se salen de la tela

ríos, nubes, caballos

Se van…    mire cómo…   idos ya…

Después regresan

Telas brocadas como un mapa de los sueños

Cada vestido una tumba: las mariposas muertas, las flores

disecadas, los ríos desangrados, las nubes,

los caballos que vuelven

sólo en el recuerdo

Todo se acaba y descompone, querida Señora

viento, más caballos, desbocados, jinetes

Viste, querida Señora, con tu carne,

los nudos,

las hilazas deshilachadas,

el reverso de este cementerio.

El libro de poemas Los animales invisibles es, lo decía, un libro que entrega sus múltiples cuerpos para ser diccionarios imposibles que dan nuevas definiciones al espacio en blanco que habitan y a todo aquello que viva y muera dentro, fuera o sobre él: Diccionario del ejercicio. Diccionario de equitación. Diccionario de lesiones. Diccionario de figuras Geométricas. Diccionario del vacío. Nunca un diccionario del equilibrio, porque los animales invisibles lo desconocen.

Texto leído en la presentación del libro, Feria Internacional del Libro en Arteaga 2013.
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Mercedes Luna Fuentes

Poeta mexicana (Coahuila, 1969). Licenciada en Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Coahuila UADEC. Ha participado en suplementos culturales como Guardagujas, Papeles de la Mancuspia, Acequias y La...

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