José Luis Zárate
Ya ves.
—Se terminó el mundo ¿verdad?
Lo miraron, desconcertados.
—Por supuesto.
—Fuego.
—Mares hirviendo.
—El planeta partido en dos.
—Si, eso me parecía.
Tomó su café.
Silencio.
—¿Y cómo lo soportan?
—Ya ves, a todo se acostumbra uno.
*
Juré que por ti pondría las manos en el fuego, sin saber que estabas toda hecha de llamas.
La casa en llamas
Sólo me llevé lo importante, como pude salvé cada fuego.
*
¿Cómo puedo pedirles que no se marchen si sólo amo a mujeres ave, mujeres río, mujeres nube?
*
—¿Y tu abuela no sospecha?
Caperucita sonrió.
—¿Crees que ella vive a mitad del bosque por gusto? No soy la primera mujer que ama a un lobo.
EL BESO
—Mamá, ¿por qué nadie me quiere?
—Si no hicieras regresar a los muertos…
—Entonces ¿Cómo me darías el beso de las buenas noches?
*
La maestra abrió la ventana, la vimos alejarse volando. Nunca supimos si era una lección y si volar iba a venir en el examen.
*
—Relájese —dijo la enfermera sin rostro.
*
Vendo dinosaurio dormido, sin usar.
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