ADRIANA AZUCENA RODRÍGUEZ

Adriana Azucena Rodríguez

Apenas…

Inspirada por tu recuerdo, decidí olvidarme de lo físico y entregarme al pensamiento y la poesía: até mi cabello con un hilo de tu voz, puse tus palabras en agua para que no se me marchitaran y las llevé conmigo a la biblioteca. Justo antes de empezar, encendí una lamparita con el brillo de tus ojos y la puse en el escritorio.

El agua comienza a anegarse; mi cabello, rizado y, como recordarás, bastante rebelde, se esparce al viento ajeno a mi voluntad, no he pagado la luz y el tenue brillo de la lámpara no logra vencer mi añejo problema de astigmatismo. Debo también la renta y otros gastos del mes. Apenas me quedan algunas de tus valiosas aportaciones al pensamiento actual —no tenías ojos de esmeralda ni perlas en la sonrisa: tu posmodernidad no lo permitía.

De Postales (mini-hiper-ficciones) (Fósforo, 2012)

 

El regalo

 El trineo volaba sobre Europa. La misión de cada Navidad se cumplía con éxito. Al pasar por los Cárpatos, el experimentado conductor fustigó a sus renos para dejar atrás la región maléfica. Pero un enano cayó: imposible salvarlo; fue a dar al interior de una chimenea; atontado, notó que algo se le acercaba…

Feliz, ahíto de sangre, un niño vampiro volvía a creer en Santa.

De La sal de los días (BUAP, 2017)

Experto

 Durante la semana de exámenes finales, Daniel imploraba milagros que nunca llegaban. Insistía en su propósito de terminar la preparatoria sin mayor esfuerzo que una semana al semestre. Dios había desperdiciado su oportunidad; era turno de Lucifer. Lo buscó con tal ahínco —en libros antiguos y modernos, en rituales y lugares malditos— que se convirtió en el más importante demonólogo. Asesoró a bandas de rock, directores de películas de terror y millonarios decadentes. Ni siquiera tuvo que terminar la prepa.

De Si todos somos monstruos (NortEstación, 2020)

Vertical

 Caer bajo también es un viaje —como llegar a la cima o llegar lejos—, con la ventaja de que el retorno es una opción válida —no como en las otras opciones mencionadas.

De Viajes ilustres (La Tinta del Silencio, 2020)

Gatibro

El libro gato se oculta en sitios inexpugnables, para aparecer de pronto en lugares mullidos que inviten a acurrucarse con ellos. Exige caricias para revelar sus secretos, pero en el momento menos pensado, suelta una mordida como sólo los libros y los gatos saben dar. Le gusta tomar el sol tanto como la noche, andarse por las ramas, perderse durante días o confundirse entre los libros no gatunos.

Sobre todo, un gato libro ronronea.

Se deja leer si uno pasa los dedos sobre su lomo y sus páginas; entonces se estira de gusto para luego extender sus uñas de pura maldad. No tiene siete vidas, sino miles, pero tampoco es infinito. Un gatibro, aunque parezca estar en reposo, o profundamente dormido, siempre está al acecho, a punto de saltar al vacío.

De Pandemínimos y microfélidos (Letra Franca, 2022)

El baúl

El ventrílocuo declaró su amor a la marioneta. Ella le dijo que no. Nadie volvió a saber de él. Ella, encerrada en el baúl oscuro, sabía que por fin era libre.
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Publicación:

ABRAHAM TRUXILLO

ALEJANDRA RODRÍGUEZ MONTELONGO

ALEJANDRO ARTEAGA

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