Alejandra Rodríguez Montelongo
Cautiverio
¿Es esto la muerte?
Aguavivas
La bruja sopesó las opciones y tras mucho pensarlo recordó las aguavivas: eternas, sin corazón…
–¿Danzarías la eternidad en el mar?
–Sí.
Desde entonces una bolsa más de plástico flotaría en el mar.
QR
Nota encontrada sobre el costurero
Números: El performance
Los ciento cuarenta y nueve ojos del palacio contemplan, sólo pueden hacer eso. En sus cuatrocientos noventa y tantos años de vida, el recinto ha visto todo tipo de manifestaciones, incluso aquellas criaturas han intentado quemar sus cimientos, sin embargo, nunca antes había despertado así.
El palacio abre bien sus ventanas y observa el baile del viento entre los manifestantes, que sin tocar ya el suelo, parecen danzar su propio réquiem; sobre sus cabezas, en silencio, sin himnos ni repique de campanas, hondea el lábaro patrio. La mañana huele a angustia. Como si el aroma oculto en cifras y periódicos mal redactados se hiciese patente aquí: suicidio colectivo a modo de protesta.
Es majestuoso. Admite el palacio conmocionado y siente en su piel de chiluca el peso de lo finito. Quiere reír. Diluir en la risa el escozor que le causan esos dos mil ojos abiertos. No quiere imaginar la mirada de los cuarenta mil familiares desaparecidos. Sabe que tardarán en descolgar a los danzantes. Cierra sus cortinas para no ver el final del performance. Los humanos son raros. Dice para sí y se pregunta en cuál de las tres mil fosas clandestinas cabrá tanto cuerpo. O si será necesario abrir una nueva. Es una fortuna que las morgues con sus veintiséis mil habitantes sin rostro ni nombre estén lejos de él, lejos del Palacio Nacional y la Catedral.
Úrsula
Los dos hermanos habían salido de casa muy temprano. Amparados de oscuridad y ojos lumínicos atravesaron el mundo. No había migajas de pan para orientarse en el camino ni hogares de chimeneas encendidas donde refugiarse, sólo horizontes y difusos sueños. Intangibilidad, brújula de posibilidades. Les habían dicho que al otro lado de las montañas y ríos se encontraban sus padres rodeados de fortuna, manjares y otras promesas. Creyeron todo cuanto les dijeron, por ello, un día en busca de pasado y futuro, por bosques, desiertos y sierras se aventuraron. Pero al llegar a aquel confín de la tierra no había ríos de leche ni maná perpetuo. Sólo jaulas de nombres maternos, barrotes de estrellas, perreras andróginas, retórico ejército, cifras sin nombre, nombres sin rostros. Fueron apresados por manos solares e índigos ojos, llevados ante un rey que no conocía el hambre ni los éxodos ni la vida. Ordenó despojarlos de todo cuanto tenían, lo único que llevaban eran sus sueños y, como no pudieron despojarlos de éstos, en perros los convirtieron. Los dos hermanos habían salido de casa muy temprano y muy temprano conocieron al ser humano.
“Úrsula” y “Números: El performance” pertenecen a Canto de enredaderas, México, Crisálida Ediciones, 2021.