Jeremías Ramírez
La minificción literaria se ha multiplicado profusamente en este nuevo siglo, generando un movimiento vigoroso tanto en la creciente cantidad de escritores que la cultivan como en la diversidad de expresiones, y se ha convertido en un terreno fértil para la experimentación y la innovación creativa.
En el cine sucede algo similar. Marta Álvarez nos dice:
“Prolifera la producción audiovisual muy corta al igual que prolifera la muy corta producción literaria; sin embargo, los estudios de minificción literaria cuentan ya con cierta tradición de la que carecen todavía los correspondientes en el terreno de la imagen, pero hemos de tener en cuenta que la micropelícula es más reciente que el microrrelato literario.”
E igual que en la minificción, el cine breve existe desde hace mucho tiempo, pues, en su origen, el cine fue breve por los objetivos que buscaba (sólo pretendía registrar el movimiento) y por la longitud del material sensible que era aproximadamente de 50 pies, longitud, es decir, unos cincuenta segundos, y cuando el cine se extendió el cortometraje subsistió más allá del terreno publicitario, cuyo remanente logra insertarse en los grandes certámenes.
Hollywood empieza a premiar cortometrajes en 1932, en la V entrega de los Premios Oscar, y logra levantarse con fuerza a finales del siglo xx de modo tal que se empiezan a abrir festivales dedicados al cortometraje. Uno de ellos, en México, fue al Festival Expresión en Corto, en Guanajuato, que hoy se ha convertido en el GIFF, por sus siglas en inglés, y ya no es exclusivo del cortometraje
Luego, otros festivales abrieron espacios al cortometraje como el de Morelia y el de Guadalajara, y en la Ciudad de México hizo su aparición Shorts México, que ya cumplió 15 ediciones consecutivas.
En poco tiempo se experimentó un boom de tal magnitud que la página soloscortos.com reporta 1765 festivales en el mundo, algunos exclusivos de cortometrajes, y otros en el que es una categoría premiada.
A la par que se abrían mayores espacios al cortometraje, los realizadores empezaron a experimentar con formas de cine aún más breves, muchas veces de la mano de las nuevas tecnologías audiovisuales y de comunicación.
Al respecto, José Luis Sánchez Noriega afirma: “Con la imagen digital y la Red ha surgido un nuevo formato cinematográfico: los cortos de cine comprimido que se crean y difunden en Internet para ser visionados en la pantalla del ordenador. La breve duración, la limitada definición de imagen, el carácter aficionado y la micropantalla no impiden una creatividad muy rica y plural de esta innovadora forma de audiovisual.”
Virginia Guarinos, por su parte, afirma, refiriéndose a lo que ella denomina nanocine:
“Existe una nueva forma de narrar propiciada por la cibercultura, las redes sociales, los blogs, la mensajería de teléfonos móviles y de correo electrónico que se ha estandarizado mundialmente y no sólo para los nativos virtuales, bien es verdad que son éstos quienes han nacido con este modo de manifestarse y comunicarse.”
Apenas entrando al siglo xxi se empezaron a crear espacios de difusión y festivales de cineminutos, como el 2001Plus.es (una plataforma de contenidos audiovisuales de Sogecable) y NotodoFilmFestival (canal de “La Fábrica” creado por Javier Fesser), ambos convocaron en el 2001 al Festival de Cine Comprimido. Los trabajos no debían sobrepasar un peso máximo de 3,5 Mb (3.670.016 bytes) cuya duración debía ser de 30 segundos a 3.30 minutos.
En el 2009 se inicia el Festival Iberoamericano de Cortometrajes ABC.es (fibabc), un festival de cine online que cuenta con tres secciones oficiales: el Festival de Cortometrajes, el Certamen de i-Cortos y el Concurso 60 Segundos.
Cultura Inquieta, de España, por su parte, les pide a sus concursantes contar historias de sólo 60 segundos, y que el material realizado lo compartan por Twitter o Instagram. En Argentina, en el 2014, se abre el Festival Internacional de Cineminutos de Córdoba, el cual también utiliza el ciberespacio para la inscripción y difusión de las películas en competencia.
Estos festivales brindan la oportunidad de que todo el material pueda ser visto en el mundo y en cualquier momento, lo cual cambia notablemente la difusión del material que en el cine de mayor extensión, que sólo puede verse presencialmente en el certamen.
Esta inusitada producción de cine minúsculo enfrentó el problema teórico de su nominación.
“Los términos asociados a los cortometrajes de corta duración son abundantes y diversos” —señalan Jacob Bañuelos Capistrán y Carlos Saldaña—, “todos caracterizados por la brevedad temporal: microcinemas, minificción audiovisual, celucine, cineminuto, nanometraje, clipminuto, videominuto, película de 1 minuto, cortos cortos (shorts shorts), one minute film, one minute video, 60-second films, micrometraje, micro-video, microficción, clipmetraje, micro documental, microvideo, haiku cinema, vines.”
Esta minificción audiovisual tiene muchos aspectos en común con la minificción literaria, pues, como afirma Virginia Guarinos, ambas formas narrativas comparten las características de:
- “Brevedad;-Indisolubilidad del título con la historia;-Estructura in media res;
- Simpleza sintáctica (también visual);
- Inmediatez de lo narrado;
- Efecto emotivo y/o reflexivo único de sentido metafórico;
- Intensidad en la provocación de tensión lectora;
- Sentido paródico y humorístico (menos en ficciones fílmicas);
- Intertextualidad e hibridación;
- Ruptura de convenciones sintáctico gramaticales (también en los audiovisuales);
- Variación estructural por suspensión, sin resoluciones finales cerradas y unívocas.”
Basta ver algunos de los muchísimos cineminutos que albergan las páginas de los festivales mencionados para comprobar estos puntos en común entre ambas formas narrativas que, hoy por hoy, se imponen el consumo masivo, principalmente entre los jóvenes, y augura una larga y fructífera vida a la minificción, visual o escrita.