Génesis visual: una ruta a través de la mirada del pintor

Adriana Guadalupe Alonso Rivera 1Candidata a Doctora y Especialista en Historia del Arte por la UNAM. Su línea de investigación se centra en los usos de la imagen en el contexto católico novohispano. Como investigadora ha impartido conferencias en instituciones museísticas y académicas dentro y fuera de México y asimismo cuenta con publicaciones arbitradas en las áreas de Historia del Arte, Museología y Estética.

Ha fungido como curadora-investigadora en la Secretaría de Cultura del Estado de Puebla y como asesora académica del Museo Universitario Casa de los Muñecos, donde ha diseñado e impartido cursos especializados de Historia del Arte. Ha sido catedrática de Historia y Teoría del Arte en diversas universidades del país como la BUAP, la Universidad de las Américas Puebla, la UPAEP, la Universidad Iberoamericana y la Universidad Anáhuac Ciudad de México.

Forma parte del Seminario “Los conventos de monjas: arquitectura y vida cotidiana del virreinato a la posmodernidad” del INAH.
/ Universidad Nacional Autónoma de México

Una imagen es más que el producto de la percepción, es aquello que se manifiesta como resultado de un proceso de simbolización individual o colectivo (Belting, 2007: 14). Debido a esto es que el acto de mirar se encuentra condicionado por un conjunto de paradigmas dominantes, determinados por aspectos de carácter cultural, histórico, epistémico y emocional, mismos que ejercen una influencia directa en el modo en el que construimos otras imágenes.

El horizonte visual de Antonio Álvarez Morán es muestra de lo anteriormente expuesto, pues el artista vive con imágenes y entiende el mundo a través de ellas, construidas a partir de un sinnúmero de influencias formales, temáticas y simbólicas que han dado como resultado la creación de un imaginario fascinante, encarnado en un vasto conjunto de representaciones plásticas, narrativas y performáticas, creadas a lo largo de su prolífica trayectoria.

Trazar la ruta de las distintas formas en las que Antonio Álvarez ha albergado y producido imágenes no es una tarea menor, porque ha significado profundizar en la compleja mecánica de su ojo interior, su genealogía y su identidad auto engendrada. Por ello es que el presente ensayo se ha dado a la tarea de rastrear la génesis de su imaginario visual a partir de tres ejes.

En el primero de ellos, “Eterno femenino”, se explora la influencia que numerosas mujeres han ejercido con su sensibilidad, inteligencia y belleza en la obra del artista, de la misma manera en que lo han dado a luz en tanto hombre y creador. El segundo eje, “Reliquias: el poder de las imágenes”, aborda el tema de la imagen-objeto y sus funciones sustitutorias, taumatúrgicas y devocionales, así como su materialización y consagración en la obra del artista. Finalmente, en el tercer eje, titulado: “Soy una monja reencarnada”, se establece un recorrido por las formas de representación y re-significación de la vida conventual femenina novohispana, de la mano del constructo de una transfiguración gradual artista-monja.

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