Entre el cañaveral, la Gran Manzana y viceversa: conflicto y tensión entre dos fronteras, prácticas y ejercicio de la ciudadanía transnacional de las mujeres

Introducción

Este trabajo tiene por objetivo hacer visible que el retorno ya sea forzado o voluntario impone un proceso de tensión y conflictividad no sólo en los entornos privados del seno familiar, sino que se trasladan al ámbito ciudadano; pues las relaciones que establecen estas personas con el Estado de Origen y Destino, por lo general están marcadas por la tensión y el conflicto y en algunos de los casos de diversos tipos de violencias. Se centra en mujeres que con una experiencia migratoria por lo general indocumentada que retornan al lugar de origen solas o acompañadas de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y/o adultos, según la fase del ciclo de vida en el que se encuentren.

Desde el concepto de vivir transnacional y el desarrollo de otros conceptos como el de ciudadanía transnacional, en este texto nos preguntamos ¿Cómo se vive o construye una ciudadanía transnacional entre los miembros de los grupos familiares de poblanos, donde los lazos y relaciones que se establecen entre sus miembros y con el Estado parecen diluirse ante la diferenciación de derechos en ambos lados de la frontera?

Este es un estudio de corte cualitativo desarrollado a partir del seguimiento de 12 familias transnacionales en la localidad de Atencingo y el área de Nueva York, en un periodo comprendido entre el 2012 y el 2021, en el que se han dado seguimiento a las trayectorias migratorias y de vida.

Migración de Puebla a Nueva York

Existe un consenso entre los diferentes académicos que han tratado el tema, respecto a que la migración de México a Estados Unidos es una migración que tiene relevancia; debido a la permanencia del fenómeno y a las características que ha ido desarrollando a lo largo del tiempo.

Para Puebla, la migración es un fenómeno reiterado en diversas zonas del país, desde la mixteca hasta la sierra norte, con diversos destinos desarrollados principalmente durante la segunda mitad del siglo XX no solo en la frontera de Estados Unidos, sino que van desde California, Texas o Arizona, hasta algunos más lejanos en la zona de los grandes lagos como Chicago, Minnesota, Filadelfia, Carolina del Norte, Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut (Osorno Velázquez, 2012).

En ésta última área, resalta la concentración de personas provenientes del valle de Atlixco- Izúcar de Matamoros y de la Mixteca poblana, y particularmente este trabajo recoge las experiencias de personas originarias de la localidad de Atencingo, en el Municipio de Chietla, en dicha región.

Este texto, se centra en exponer y hacer visibles algunas prácticas y estrategias que las mujeres con experiencia migratoria para establecer relaciones con el Estado de origen y destino, a fin de identificar prácticas sociales que permiten sobreponerse a las condiciones de “vulnerabilidad social” a las personas que asentadas en el destino o de las que retornan al lugar de origen solas o acompañadas de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y/o adultos, según la fase del ciclo de vida en el que se encuentren. 

En este texto nos preguntamos ¿Cómo se vive o se construye una ciudadanía transnacional entre los miembros de los grupos familiares de poblanos, donde los lazos y relaciones que se establecen entre sus miembros y con el Estado parecen diluirse ante la diferenciación de derechos en ambos lados de la frontera? Este es un estudio de corte cualitativo desarrollado a partir del seguimiento de 12 familias transnacionales en la localidad de Atencingo y el área de Nueva York, en un periodo comprendido entre el 2012 y el 2021, en el que se han dado seguimiento a las trayectorias migratorias y de vida.

Esta zona, se ha mantenido como una de las más dinámicas incluso en los periodos de mayor cierre a los cruces indocumentados después del 9/11 e incluso la pandemia, pues se conecta con dos grandes corredores y redes migratorias, la de Puebla y la de Morelos, pues se encuentra a unos escasos 30 minutos de Axochiapan, Morelos. Esta situación, ha permitido que desde el siglo pasado, sus habitantes hubieran desarrollado estrategias de superación de la pobreza y la vulnerabilidad asociadas a la migración interna e internacional.

Atencingo, una villa del municipio de Chietla en Puebla

Chietla, es el municipio que alberga a Atencingo y que para el 2010 ya ocupaba el tercer lugar con mayor intensidad migratoria del Estado y mientras el promedio nacional de migración circular está por debajo del 1% (CONAPO, 2010); en este municipio se triplicaba; por lo que el retorno puede observarse ahí solo como un paso en la trayectoria migratoria, que para muchas de las personas se mantiene como una constante en su ciclo de vida familiar.

De este modo en la localidad se encuentran muchos hogares con residentes con más de una nacionalidad y connacionales provenientes de otras zonas del país que se emparejaron con oriundos de la localidad y que han hecho de este lugar su residencia sobre todo para “criar hijos” o en otros casos como una fase intermedia en el proceso de regularización en Estados Unidos al tener hijos “que los han mandado a pedir” o que les “arreglaron con la residencia o visas de turistas”. Por lo que la dinámica familiar se realiza de manera transnacional a lo largo de ambas fronteras.

Atencingo, se desarrolló en torno a la hacienda del mismo nombre y creció con el ingenio a los dos extremos del camino que le vinculaba con Izúcar de Matamoros y Axochiapan, Morelos.

El día de hoy es considerada por el INEGI una localidad de carácter urbano, Atencingo concentra al 32% del total de la población del municipio (CONAPO, 2010) Y partir de la primera década de este siglo, creció e incrementó la cantidad y calidad de productos y servicios, como de cajeros automáticos, banca, tiendas de empeño, minisupers, pastelerías y oferta de servicios de internet y telefonía, principalmente por el notorio retorno de hombres y mujeres que después de la crisis inmobiliaria del 2007 en Estados Unidos decidieron regresar e invertir lo que les quedaba en México.

Esta tendencia se mantuvo durante los últimos años con el incremento en las deportaciones y las movilizaciones en torno al otorgar cuidados a personas por enfermedad al interior de los grupos familiares.

Los flujos migratorios de Atencingo se han mantenido de forma exitosa como señalamos antes, debido a su colindancia con áreas de expulsión de Morelos y Guerrero, también clasificadas como de media y alta migración. De ahí que la localidad se encuentra forma parte de un corredor de migración masiva, con destinos nacionales e internacionales, redes consolidadas y condiciones de pobreza que se han mantenido con cierta estabilidad al menos durante los últimos años.

Otro elemento que permite este dinamismo es que la producción agrícola de la caña de azúcar y el sorgo, son los principales cultivos comerciales, y para quienes trabajan en el ingenio, solo están obligados a ir a su centro de trabajo durante la temporada de zafra, lo que permite que algunos de ellos el tiempo restante en el año lo pasen en la zona triestatal de Nueva York, involucrándose en la prestación de servicios de limpieza y los cuidados, en el sector de la construcción o en las cosechas en Nueva Jersey.

Otros más recorren el país en busca de colaborar en la cosecha de la uva o del tomate en Baja California y Sinaloa y si se registran relatos donde algunos de los miembros de esos grupos con el salario por una temporada de trabajo, pagaban por el cruce ilegal a los Estados Unidos en los periodos Pre Pandemia. Más de uno de los entrevistados refirió que esa fue la forma en que consiguieron el capital necesario para iniciar su trayectoria migratoria.

En el perfil migratorio de los poblanos en Estados Unidos, se ha señalado el carácter emergente de su migración en la década de los ochentas y la masividad que en la década siguiente implicó también una circularidad en algunas poblaciones como lo fue la de Atencingo, que durante la pandemia registro más regresos que salidas de primera vez. Las salidas fueron principalmente de personas regularizadas en aquel país y que volvieron a atender a sus enfermos o para recoger y acompañar a sus muertos. Puesto que la primera y segunda ola, mermaron fuertemente a los grupos familiares transnacionales de la región.

En la pandemia también, se frenó abruptamente la tendencia creciente de la movilidad circular, y por el contrario se incrementó el retorno y se provocó el paulatino abandono de dicha circularidad, debido a las dificultades para la atención médica de enfermedades crónicas, al cambio en la política migratoria de algunos estados de la unión americana y en general a la crisis económica causada por el cierre de actividades económicas y comerciales no esenciales en aquel país. Con este fenómeno, también se produjo un alto a la recepción de dinero proveniente de hijos y nietos de Estados Unidos y por el contrario si busco apoyo en México para atender a los que se encontraban en Estados Unidos.

Vida familiar y sus prácticas sociales para ejercer derechos sociales

Para abordar la dinámica familiar y lo cotidiano, se parte del supuesto de que las transformaciones al interior de la familia como resultado de la separación y la reunificación de sus miembros, son un elemento de tensión y conflicto. En las familias transnacionales sus miembros salen de sus comunidades de origen y se insertan en lugares de destino, regresan y vuelven al destino en reiteradas ocasiones e incluso se desarrollan nuevos destinos.

De este modo el retorno se entiende como un momento en trayectorias migratorias que son únicas; y se utiliza grupo familiar y familia transnacional para referirse al conjunto de personas unidas por una relación de consanguinidad susceptible de ser reconocida por el Estado de origen o destino, y que para el caso de la migración mexicana en Estados Unidos, suponen condiciones de desventaja; pues no es la “migración deseada” en la política migratoria actual de Estados Unidos y la no imaginada que regresaría en el lugar de origen.

Esta situación permea en las relaciones sociales que establecen las personas migrantes que salen y retornan a contextos tradicionales, generando una gama de situaciones intermedias entre el predominio del contexto rural y el urbano para los miembros de la localidad de Atencingo. Estas condicionantes permean en la vida cotidiana a partir de prácticas sociales que dan sentido y responden ante las situaciones de emergencia y/o supervivencia, pero también a las relacionadas con el cumplimiento con obligaciones sociales en el entorno comunitario.

Por ejemplo, la participación en algunas fiestas de carácter religioso, o las relacionadas con el paso de la niñez a la juventud, como el cumplir XV años y el mismo ejercicio de la sexualidad para los y las adolescentes, que en la mayoría de las veces imponen conflicto al interior de las familias se comparten en ambos lados de la frontera.

En las familias de la localidad, persiste la idea de que el varón es el proveedor y la mujer es quien debe otorgar cuidados a menores y adultos mayores, ya sean padres o suegros y abuelos; tanto para los que trabajan en el campo, como los que trabajan en el ingenio desarrollando actividades más de corte industrial.

De hecho las actividades reservadas para las mujeres eran muy pocas, sin embargo, poco a poco han ido ganando terreno en el ingreso laboral, pero aún así apenas representaban el 15% desde la planta laboral desempeñando labores de limpieza y en áreas administrativas, aunque algunas de ellas se insertan como propietarias o arrendatarias de pequeñas extensiones donde se cultiva la caña de azúcar (INGENIO ATENCINGO, 2012).

Esta condición les hace titulares de derechos de seguridad social (servicios médicos y cotizar para su retiro al Seguro social, según su esquema de incorporación) y en algunos casos existen en donde se han vuelto beneficiarias a partir de heredar co liquidar sociedades conyugales, aunque tradicionalmente la propiedad de las “tierras de labor” pasaban de padres a hijos. Aunque las oleadas de expulsión más grandes las incorporaron al trabajo en el campo como peones, capataces y no solo como propietarias o arrendatarias.

Debido a que se puede cosechar la caña cada 11 o 16 meses después de la plantación, y se cosecha anualmente por 5 o 6 años con una misma plántula, por lo que en muchos casos también han mantenido las labores de comerciar los productos de huertos en la zona de Izúcar de Matamoros y Axochiapan.

Además de mantener las labores del hogar y el cuidado de los hijos o los nietos en el hogar. A pesar de que se ha implementado el uso de maquinaria para cosechar la caña; sin embargo, la mayor parte de la zafra se sigue haciendo a mano, lo que mantiene los flujos migratorios internos, que aseguran la prestación de servicios de entretenimiento y vicios durante la temporada de zafra que va del mes de noviembre a mayo, principalmente.

“En la mayor parte de los hogares, la vida familiar se organiza en torno a la jefatura que ejercen los varones quienes ejercen el poder que tienen sobre las mujeres”.

En la mayor parte de los hogares, la vida familiar se organiza en torno a la jefatura que ejercen los varones quienes ejercen el poder que tienen sobre las mujeres, de tal manera que es común observar que el día de la plaza ellas con sus hijos, caminan detrás del varón; quien decide que se compra o no; sobre todo en las parejas de oriundos y se mantiene un patrón patrivirilocal, mediante el cual las mujeres se trasladan a vivir a la casa de la suegra donde se incorporan a sus obligaciones de la carga de cuidados.

En su jornada se incluye hacer tortillas para el almuerzo, preparar el plato principal, lavar la loza, atender al ganado menor y ver las huertas de la casa, además de llevar y traer a los hijos y después la comida y la cena, de igual manera.

La mayoría de las mujeres cuidan a los menores en casa y por ello muchos de ellos no se inscriben a la educación preescolar, aunque la educación primaria es considerada por la mayoría de la población de suma importancia. Habitualmente, las madres preparan a sus hijas para las labores de cuidado, que en la secundaria practican las mujeres con sus hermanos menores o primos hermanos, pues por lo general habitan en el mismo hogar más de dos núcleos familiares.

Algunas completan su jornada vendiendo por catálogo ropa y zapatos o trastes, o productos de segunda mano principalmente ropa en sus redes sociales. Estos aspectos de la vida cotidiana se replican en Estados Unidos, las niñas y adolescentes otorgan cuidados a los menores y se encargan de las actividades de limpieza del hogar y los cuidados.

La mayor parte de los oriundos de Atencingo entrevistados en el área triestatal de Nueva York, se emparejaron con mujeres de la localidad; algunos de ellos se emparejaron antes de iniciar su trayectoria migratoria y otros se unieron después de conocerse en Estados Unidos, donde se replican estos patrones. La mayor parte de los entrevistados que emigraron siendo adolescentes o jóvenes en las últimas décadas del siglo XX, lograron regularizarse con la IRCA, pero son los menos.

La vida cotidiana en Estados Unidos para muchas de las mujeres y varones replican los modelos de la localidad de origen; asignando a las mujeres principalmente el papel de cuidadoras de menores y adultos mayores. Y a esta tareas se le suma la jornada laboral en el campo o en empleos relacionados con la prestación de servicios o algunas actividades de manufactura, comercialización de comida mexicana, y en otros casos como una actividad adicional se dedican a la venta de productos de catálogo, ropa y bolsos de importación china en sus redes sociales.

En ambos lados de la frontera, ellas cargan con el peso de la educación moral y religiosa de los hijos y se encuentran constreñidas al mandato de lo que significa “ser buena madre”, “buena nuera”, “buena hija”, y/o “buena mujer”, aunque muchas de ellas no tiene muy clara lo que significa cada uno de esos calificativos, según su dicho.

“Ya ve nosotros aquí, todos vivimos en este solar, yo con mis hijos… Rafael vive aquí al fondo, …. él ya tiene mujer y 3 hijos, … desde que se vino de Nueva York, agarró la borrachera y ya se ve va componiendo; pero mejor que esté por aquí, las criaturas están bien chiquitas y allá ella nomás andaba trabajando para comer….”

Del dicho de esta mujeres se puede advertir que las familias extensas proporcionan soporte y apoyo de este lado de la frontera, mientras se da un proceso de readaptación y reintegración social a los retornados y sus familias un fuerte soporte que les permite durante los primeros años la adaptación. Sin embargo la crítica a las mujeres por el incorporarse al trabajo asalariado y el control de su sexualidad por parte de padres, hermanos, hijos y demás varones en el grupo familiar además de su compañero es una constante.Y las conductas “inapropiadas” de facto, les limita en el ejercicio de de cualquier derecho, ya sea el de la transmisión de bienes o el de ejercer la patria potestad de los hijos…

“A, mi otra hija le dimos un lugar aunque ella no se lo merece, nomás porque mi yerno es rebueno y le cae bien a mi señor; por eso le dio el otro sitio completito más allá abajo, para que él y sus hijos se levanten pues después de todo, ahora que lo echaron de vuelta de Texas, debe tener su propia casa…Antes pudieron llegar hasta acá sanos y salvos, y que yo conociera a mis nietos ” 

En el caso de este hogar explica la entrevistada (madre de 65 años, vendedora de comida y frutas de temporada ) que 4 de sus 6 hijos vivieron en Estados Unidos y que uno de ellos establecido en Nueva York les ha servido de ancla a tal país, facilitando su hospedaje y viaje, como en el caso de muchos otros grupos familiares, pero que actualmente solo el primero de ellos se regularizo, por lo que le queda 1 madre soltera y el regular únicamente en ese destino.

Adicionalmente muestra este testimonio que el apoyo que los padres brindan a los retornados no es solo emocional, sino en torno a la vivienda, monetario, y que se extiende a la red de cuidados y apoyo a la regularización en México.

En este caso el padre otorga una fracción de terreno a la familia de la hija, (un sitio es una fracción de terreno para la vivienda y al menos 1 hectárea para el desarrollo del cultivo de la caña, como lo marcaba el comisariado ejidal, con lo que este grupo se incorpora al núcleo ejidal y debe prestar labores de trabajo comunitario).

De este modo la entrega de los bienes al retorno, sitúa al varón dentro del núcleo social integrado por los cañeros de la localidad, con cargas en torno a sus asociaciones de productores y en la firma de contratos y arrendamientos, que en este caso pasan del núcleo de bienes de la madre al hijo y al yerno, pues el esposo de la informante es quien decide que debe hacer ella con los bienes y esto supone en los migrantes de retorno facilitar su inserción en la localidad.

En este sentido, me gustaría exponer también cómo las mujeres jóvenes que llegaron a México siendo niñas una vez insertas en la dinámica familiar extensa, son educadas para cumplir con los roles desempeñados por sus madres y abuelas; y a pesar de que tienen acceso a trayectorias educativas más largas; por lo general optan por retornar a Estados Unidos, emparejadas o solteras, a fin de lograr un mejor nivel de bienestar al que se posee en México, como lo señala el siguiente testimonio:

“Yo me vine, porque allá todos opinaban sobre mi matrimonio. Mi mamá esperaba que fuera su sirvienta y él no quería ayudarme en nada con mi niña… yo trabajando y cuidando todo el tiempo en casa y él solo dormir y pistear por la calor…. Pero eso si, con mi dinero y hasta mi familia lo aplaudía. Un día me llamó mi hermano y yo le dije que si me prestaba me iba y así lo hice…
Lo bueno es que él ya tenía visa… así compre los vuelos y se lo puse en la mesa te quedas o te vas conmigo…y ahora ya tengo tres meses de embarazo de la segunda….(se ríen) ella ya será gringuita de nacimiento porque eso de sacar el papel con su social security para la primera ha sido muy complicado, todo por haberla registrado en México… Además si me vuelve a pegar, aquí si no nos andamos por las ramas, le quitó a mis niñas sin dudarlo” (Rita, ciudadana norteamericana que llegó a México a los 3 años y con licenciatura trunca en psicología, hoy con 24 años, empleada de un contratista con quien también fue empleado su esposo)

“Yo de plano quería venir desde la secundaria, nunca me hallé allá… los muchachos cuando saben que naciste aquí, hacen todo para que los traigas y me tope con pared muchas veces…pero no pude venirme hasta que mi abuela murió… Ella fue la única que me quiso sin condiciones y no sé porque me dejó las tierras, conocía muy bien a su hija supongo… (llanto) Ahora que me dejó los terrenos, ya me quiere mi mamá y hasta dejó a su señor…Pero ya no… ella solo quería que le firmará los papeles para que pudiera cobrar las cañas…al menos así tiene doctor y medicinas, sin que me esté molestando…” (Rosita de 41 años actualmente, soltera y emparejada en tres ocasiones pero sin hijos, con un pequeño negocio de venta de comida y vende por redes sociales bolsos y ropa, asociada con una amiga y que llegó a México a los 13 años en compañía de su madre y tres hermanos menores..)

En los testimonios anteriores, se deja ver que la fuerza motora que genera relaciones entre los miembros de estos grupos familiares es la administración de bienes de la familia y la tensión por no cumplir con los “roles de género” asignados a las mujeres. En este sentido, las alianzas y los préstamos para iniciar o continuar con las trayectorias migratorias de hombres y mujeres al igual que en el siglo pasado son financiados por otro familiar, lo que mantiene el dinamismo en los flujos migratorios a pesar de la pandemia y el cierre de las fronteras entre México y Estados Unidos. También en subsecuentes entrevistas, ambas mujeres manifiestan sentirse más seguras en Estados Unidos, por tener “papeles buenos” y no “chuecos o falsos” como otras mexicanas. 

“yo aquí cuido a mi madre y la llevamos al hospital de los judíos por que es el más cercano y como ahi trabaja mi hermano nos yudan a enteder los cuidados que debe tener mi mamá. La verdad no entiendo bien porque vemos a tantos médicos, pero nos ayudan… lo malo es que ella no quiere dejar de ir a ver a su hijo “mala cabeza y a sus cañas”… Dice que no aguanta el frío y por eso se va desde octubre o finales de septiembre y ya no regresa hasta marzo o abril… pero su hijo siempre me la manda descompensada o en mal estado…
Ya me la han internado allá en el seguro al menos 3 veces mientras anda por allá… si mi hermano se hubiera mantenido como nos enseñó mi papá ya hasta hubiera sido ciudadano, pero sus viejas siempre le han hecho perder la cabeza…” (Elena de 60 años, esposa, madre de 6, abuela de 10 y bisabuela de 1 bebé, trabajadora en la limpieza de casas en los periodos que su madre de 75 años, está en México, pues es su principal cuidadora, ella no colabora con el cuidado de los nietos y bisnietos, pues considera que las mujeres deben aprender a hacerse responsables de sus hijos, aunque realiza fuertes labores organizando comidas y caridad en la iglesia cercana).

Existen prácticas asociadas a aprovechar lo mejor de ambos lados de la frontera, como las de Elena, que posee una casa en Atlixco, porque ya no le gusta Atencingo y puede llegar a ella cuando debe cuidar a su madre en México por ser hospitalizada. Su casa se encuentra a 10 minutos del hospital de tercer nivel del Seguro social, que cubre a su madre por ser cañera y que le permite tener largas jornadas de cuidado en los periodos de hospitalización.

La madre de Elena tiene en su hijo mayor otro gran apoyo, pues lleva trabajando más de 20 años en la limpieza de un hospital donde le aprecian y le han indicado como hacer el seguimiento del tratamiento de su madre con diabetes mellitus y problemas de riñón, hipertensión y la vista.

A pesar de su condición, trata de mantenerse controlada y seguir viajando, pues no imagina su vida sin sus múltiples estancias entre ambas locaciones, pues ya vivió en la ciudad de México donde nació Elena y Marcos, para después regresar a Atencingo, y finalmente a NY en Estados Unidos, después de que en 1995 su hijo mayor se regularizo y lo mismo que Elena; y quiere que al fallecer la entierren en el pueblo, junto a su difunto esposo.

En este caso la multiplicidad de acceso está dada por la capacidad de mantener una relación jurídica con el lugar de origen a través de la titularidad de los campos, como arrendataria y después como heredera de su esposo. Ella mantiene independencia económica y servicios médicos, aunque su hijo deportado de 44 años es quien trabaja y quien gasta la mayor cantidad de dinero con remesas destinada a su hijo y sus nietos que se quedaron en Nueva York. En este grupo familiar, la tensión y el conflicto se da por administrar los bienes de la madre y en la crítica constante al mantenimiento de los valores transmitidos de padres a hijos en el entorno familiar.

“Las mujeres que se fueron no siempre migraron con sus esposos, en muchos de los casos fue para huir de ellos o de sus destinos marcados como madres y esposas”.

Transnacionalismo y ciudadanía transnacional

Esta región además durante las oleadas migratorias que desarrolló durante los noventas modificó las dinámicas de los grupos familiares, alrededor de tres cuartas partes de los migrantes poblanos (8 de cada 10 tenían entre 15 y 34 años según Cortés, 2004) fueron varones que salieron en los ochentas y noventas de la región.

De este modo, los padres, abuelos, jóvenes y adolescentes hombres solos (D’Aubeterre, 2000; 2005; Marroni, 2008; 2011; Marroni y D’Aubeterre, 2002), se fueron y después les siguieron los hijos varones mayores, después los más pequeños, y paulatinamente a las esposas e hijas a pesar de los esfuerzos por no invisibilizar su salida, fueron pocos los autores que les dieron seguimiento a la migración de las mujeres. Este proceso se mantuvo e incluso las nuevas parejas se formaron teniendo como única estrategia de supervivencia para esas nuevas parejas era la migración.

Sin embargo, las mujeres que se fueron no siempre migraron con sus esposos, en muchos de los casos fue para huir de ellos o de sus destinos marcados como madres y esposas. Esta tendencia se mantiene, como lo observamos con los testimonios de las mujeres jóvenes, lo cual está asociado al ciclo de vida familiar e individual y a las condiciones estructurales en los que está justificado socialmente que puedan violentarse a las mujeres en ambos lados de la frontera.

La migración femenina de la localidad que en un principio fue de carácter nacional principalmente con destino a Puebla, Cuernavaca o la Ciudad de México para incorporarse al mercado laboral de los cuidados o la manufactura, y las menos con destinos orientados a desarrollar trayectorias educativas, produjo trayectorias largas con múltiples destinos y con ello la posibilidad de establecer relaciones con el Estado en diversos niveles.

Sin embargo, no todas las mujeres tienen la posibilidad de tener múltiples esquemas de protección social, pero algunas, como una de nuestras entrevistadas, pudo mantenerse vigente en ambos sistemas de producción a partir de la estrategia que su esposo desarrollo, pensando en que si faltaba, su familia en Atencingo le quitaría los bienes pues nunca aprobaron su matrimonio, por lo que es una excepción entre un mar de mujeres que se mantienen en México sin pensiones y servicios médicos por haber desarrollado trayectorias laborales en condiciones de irregularidad.

La mujeres de la localidad fueron migrando en razón de las redes a las que tuvieron acceso y su salida hormiga, se fue convirtiendo en una estrategia de supervivencia de las parejas jóvenes, e incluso, la percepción de la protección que tendrán los menores al momento de una separación es relevante, pues exponen que en México los niños se quedan con el que puede pagar “más mordidas” y nunca se accede a la justicia familiar.

De este modo, podemos distinguir problemáticas y prácticas diferenciadas en la población de la región involucrada en el fenómeno migratorio. Efectivamente se encuentran los flujos de adultos y jóvenes, que se registraron en la literatura como viajes de hombres solos y a los los niños que fueron llevados por ambos padres o al menos uno de ellos a los Estados Unidos hoy conocidos como “dreamers”, que viven en grupos familiares junto a los niños que han nacido “allá”, y que han nutrido este flujo migratorio circular (Rosenbaum, 2004) cada grupo con estrategias de superación de su vulnerabilidad distinta.

En esta composición, identificamos que el principal problema es el de acceso a la identidad, pues a partir de ella se establece un vínculo con el Estado. Estas son familias con personas donde algunos tienen dos nacionalidades, otros con 1 nacionalidad y otros que al no haber sido inscritos en el registro civil en Puebla o al no haber sido digitalizada su acta, no cuentan con ningúna reconocida legalmente en el exterior.

En este sentido es importante mencionar que el derecho a la identidad es un derecho ampliamente restringido para aquellos que habiendo nacido en Puebla, antes de 1980 no pueden acceder a sus registros de nacimiento pues no fueron digitalizadas las actas de registro civil de ningún municipio por una política de corte administrativo.

De este modo, a pesar de que por una instrucción federal hoy todos los mexicanos en el extranjero tienen acceso de forma digital a sus actas de nacimiento y fueron habilitados los consulados y embajadas para hacer registros de nacimiento de los hijos de los mexicanos en el extranjero y con ello facilitarles el acceso a la doble nacionalidad de forma gratuita, esto no aplica para todos los poblanos en el exterior.

Adicionalmente el estricto sistema de registro civil de la personas en Puebla, obliga a que se realicen juicios para corregir las actas de nacimiento que manifiestan como lugar de nacimiento el hospital, la calle o ranchería y no el municipio de nacimiento. Pues era una práctica común en México que el juez de registro civil dictara el acta al escribiente con esos detalles. Juicios que deben realizarse en la ciudad de Puebla o en la cabecera del distrito judicial al que corresponda el municipio.

En este sentido, es bien sabido, que los procedimiento de correcciones administrativas tampoco son sencillos, se requieren hasta 5 documentos públicos que sirva a manera de prueba para iniciar este procedimiento, entre los cuales se aceptan una “fe de bautismo”, “constancia de vecindad”, “actas de matrimonio o nacimiento” emitidas por el gobierno de México donde se utilice el nombre correctamente; licencias de conducir o documentos escolares con foto emitidos en México para ser reconocidos plenamente. Desde esta perspectiva, casi es imposible para estas personas hacer posible su reconocimiento a la identidad.

Si eso le sumamos, la práctica habitual de usar nombres acortados o falsos en Estados Unidos para evitar que fueran deportados, que a lo largo del tiempo fueron configurando nuevos nombres e identidades para estas personas, pues es casi imposible acceder al derecho a la identidad.

Es importante mencionar que los flujos migratorios de la mixteca poblana se alimentan de personas procedentes de muchas localidades rurales, caracterizadas por tener redes localizadas en el sur y en los Valles Centrales de Puebla (Cortés, 2004). Estos datos, permiten inferir, que la conformación de los hogares de mexicanos y no solo de poblanos ha sido marcada por el carácter indocumentado de la migración mexicana en la década de los noventas.

Un aspecto ampliamente estudiado es la relación que se ha mantenido entre los miembros de las familias a partir del intercambio de remesas -mercancías y/o dinero-, como un elemento que asegura la supervivencia y se registran hogares donde habitan mujeres sin hijos, que por miedo o porque debían cuidar a los nietos se quedaron. Varios autores (González de la Rocha, 2006; Mummert, 2011; entre otros) registraban la existencia en la Zona Metropolitana de Guadalajara de hogares “dona” que se encontraban compuestos por abuelas y nietos, debido a que los padres o madres se habían trasladado a Estados Unidos. 

En el caso de Puebla al ser sus olas migratorias posteriores a las registradas en Jalisco, y debido a que sus primeras oleadas fueron primordialmente de corte rural, las evidencias empíricas registradas en trabajos de corte académico se recogieron principalmente al inicio de este nuevo siglo (D’Aubeterre, 2000; 2005; Marroni, 2008; 2011; Marroni y D’Aubeterre, 2002) y en ellos que pone de manifiesto que a pesar de que en el ámbito rural se pueden mantener los vínculos con la comunidad y los hogares, estas relaciones no siempre son ni fueron ni serán de armonía y de paz.

Si a ello le sumamos, la incapacidad de acceder a la regularización debido a que no se puede demostrar la filiación entre padres e hijos, y en el mismo sentido no se pueden disfrutar de los servicios de bienestar social en torno a la salud, adquiridos por los hijos también debido a la incapacidad de demostrar la filiación, la relación se hace más compleja y tensa.

Bajo este contexto las familias transnacionales, además de mantenerse entre dos fronteras, lo mismo que muchos de los grupos familiares de mexicanos experimentan la violencia al interior, ya sea de género y/o entre generaciones (Espinosa, 2013); podemos entender que a pesar de que probablemente la generación 1.5 y 2a de poblanos asentados en Estados Unidos, ya han superado las condiciones mayor pobreza y carencias que suponía ser la primera generación en aquel territorio, aún se mantienen en los segmentos de mayor pobreza y vulnerabilidad debido a la falta de acceso a los mecanismos de bienestar social en el destino y en el origen. Por las mismas razones en ambos lados de la frontera.

Conclusiones

A pesar de que el aspecto político del transnacionalismo es de los más reseñados y abordados en el ámbito académico, son pocos los autores que expresan que entre sociedades tan desiguales como la de México y Estados Unidos, sea factible llegar pronto a la constitución de una ciudadanía transnacional (Moctezuma, 2011).

A pesar de ello, se han realizado estudios sobre esta posibilidad en diversos países europeos. Esta autora le apuesta a un proceso lento de construcción de una ciudadanía transnacional que a manera de cuentagotas pueda constituir un flujo constante que facilite el acceso efectivo a derechos de ambos lados de la frontera. En particular este trabajo se centró en analizar 9 grupos familiares a partir de un seguimiento que incluye ya al menos una década.

Entre las familias transnacionales al igual que entre las familias no trasnacionales, la violencia y la tensión son una constante, debido a las condiciones estructurales y a la escasa crítica en el discurso público sobre la cosificación de las mujeres, entre otros aspectos. A diferencia de las familias sin experiencia migratoria, la violencia económica y física es común., y ha desarrollado a los largo de dos fronteras al menos en tres generaciones de mujeres oriundas de Atencingo, según la evidencia empírica que se pudo recopilar en el trabajo de campo.

A lo largo del texto se mostró que el tipo de violencia y las diferentes formas que ésta asume, va íntimamente ligada al ciclo o etapa por la que pasa el grupo familiar y por lo tanto las estrategias que se tejen para su afrontamiento son diversas y en todos los caso suponen la condición mínima de tener reconocido el derecho a la identidad. Y se mostró que al final de la vida, los seres humanos se hacen más vulnerables y propensos a ser víctimas de la violencia económica y física, pero que un Estado con instituciones fuertes, en este caso de salud, facilitan el mantenimiento de la calidad de vida.

En los casos presentados se muestra que las estrategias de superación o interrupción de la violencia sobre los sujetos está íntimamente relacionada con la capacidad individual de ejercer un mínimo de derechos. En este texto, quedó delineado lo retardado que va el derecho civil en puebla, para establecer mecanismos efectivos de reconocimiento a los poblanos en el exterior.

Por lo que este texto constituye un llamado a la modificación del código civil de Puebla por un lado y por el otro al establecimiento de una política pública que incorpore a la buena fe y a los mecanismos de e-government para facilitar el acceso al derecho a la identidad de forma urgente a favor de las familias transnacionales.

 


Referencias

  • CONAPO (2010). Índices de intensidad migratoria México-Estados Unidos 2010, México, CONAPO.
  • Cortés, S. (2004). “Emigración de los poblanos en el decenio de los noventa”, en Cortina, Regina y Gendreau, Mónica, Poblanos en Nueva York: migración rural, educación y bienestar, México, Universidad Iberoamericana, 167-186.
  • D’Aubeterre, M. E. (2000). El pago de la novia. Matrimonio, vida conyugal y prácticas transnacionales en San Miguel Acuexcomac, Puebla, México, El Colegio de Michoacán-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
  • D’Aubeterre, M. E. (2005). “Así es como nos acomodamos a vivir aquí: migración femenina y formaciones domésticas de transmigrantes asentados en los Ángeles, California”, en Marroni, María da Gloria y Salgado Mendoza, Gloria Trinidad, La diáspora Latinoamericana, México, Instituto de Investigaciones Sociales y Humanidades–BUAP, 169-206.
  • Espinosa, A. (2013) Procesos de Tensión y Conflictividad Transnacional en los ámbitos conyugal, parental y fraternal: Experiencias familiares en la localidad de Atencingo, Puebla. Tesis Doctoral. Flacso – México.
  • González de la Rocha, M. G (2006). Estructuras domésticas, ciclos familiares y redes informales de conciliación entre los ámbitos productivo y reproductivo. CEPAL. Disponible en línea: http://www.cepal.org/mujer/noticias/noticias/3/40283/unfpa_gtz.pdf#page=124
  • INEGI (2011). “Migración Internacional a partir de la ENOE al Segundo Trimestre de 2011”, Boletín de Prensa núm. 372/11, 19 de septiembre, Aguascalientes.
  • INEGI (2011). Panorama sociodemográfico de Puebla, Tomo 1.
  • Marroni, M. D. G. (2008). “Del rebozo a la carriola: las mujeres migrantes poblanas en Nueva York”, en El norte como destino: circuitos migratorios Puebla-Estados Unidos, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 187-124.
  • Marroni, M. D. G. (2011). “¿Daños colaterales? La deportación de mexicanas desde los Estados Unidos”, en Oehmichen Bazán, Cristina y Salas Quintanal, Hernán Migración, Diversidad y fronteras culturales, México, Instituto de Investigaciones Antropológicas–UNAM, 99-124.
  • Marroni, M. D. G., y D’Aubeterre M. E. (2002). Con voz propia: mujeres rurales en los noventa, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades.
  • Moctezuma, M. (2011) Transnacionalidad política: derechos de ciudadanía en México. Revista Legislativa de Estudios Sociales y de Opinión Pública, 207.
  • Mummert, G. (2011) DE CUIDADORES, N. M. A. C. TODO QUEDA EN FAMILIA (TRANSNACIONAL): NIÑOS MEXICANOS A CARGO DE CUIDADORES ALTERNATIVOS. En Parentescos en un mundo desigual. Adopciones, lazos y abandonos en México y Colombia, FranÇoise Lestage y María Eugenia Olavarría Coordinadoras pp.103-132.
  • Osorno Velázquez, R. (2012) Reporte Trimestral en Migración Agenda migrante Puebla Mayo-Julio 2012. Disponible en línea: http://www.observatoriomigracionpuebla.org/doctos/reportes/2-Primer.pdf, recuperado el 14 de julio del 2013.
  • Rosenbaum, E. (2004) El bienestar social y económico de los mexicanos y otros latinos en la Ciudad de Nueva York en Regina Cortina y Mónica Gendreau en Poblanos en Nueva York México, Universidad Iberoamericana Puebla.
¡No olvides compartir con tus amigos!

0 Comments